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Sobre cuerpas fronterizas

Nuestros cuerpos son leídos gracias a una serie de estándares y denominaciones que construimos cómo sociedad. Actualmente, estas normas están determinadas por un lenguaje médico occidental. La clasificación social basada en el sexo es una elección cargada de dictámenes socio-políticos, la cual le otorga la categoría del” otro cuerpo” a cuerpos femeninos. Ellas están determinadas por acuerdos externos que deciden sobre sus fragmentos.

 

El cuerpo como una frontera, está bidireccionalmente relacionado a su contexto socio-político, constituido por y para él. 

 

Pero,  ¿Cómo sería si percibiéramos nuestro cuerpo más allá de nuestra individualidad? ¿Si la tierra fuera una extensión de nosotrxs? ¿Si mis pies no fueran mi límite sino las piedras sobre las que me encuentro parada? ¿Si mis agujas fueran una extensión de mis manos?

 

En transformar cómo nos percibimos en relación a la tierra está la disolución de nuestra individualidad, la deconstrucción de los elementos culturales que definen nuestro cuerpo. La destrucción de la estructura de género significa derribar las construcciones culturales que definen y limitan nuestros cuerpos desde el momento de nuestro nacimiento. 

 

En esta pieza veo a Sudamérica reflejada en un espejo. En su reflejo la tierra se vuelve una diversidad de cuerpos, los cuales se fusionan con su espacio, borrando toda frontera. 

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